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Arquitectos: BCQ arquitectura
- Área: 5914 m²
- Año: 2010
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Fotografías:Pedro Pegenaute
En una frondosa arboleda, de majestuosos chopos, extendemos una alfombra de madera para hacer deporte. Queremos jugar en un ambiente tranquilo, rodeados de vegetación.
Falta el edificio, claro; necesitamos vestuarios, controles, escaleras, pasillos, espectadores, servicios, gradas, árbitros, almacenes, bancos, cestas, máquinas, conductos, agua caliente… en definitiva, un gran programa al servicio de este espacio de juego, y tratamos de resolverlo en un volumen claro y sencillo.
¿Cómo tiene que ser este volumen? Ante todo tiene que ser ligero, lleno de aire y de verde, como los árboles. Se tiene que confundir con el cielo, e incluso tiene que poder desaparecer.
Mientras tanto, seguimos jugando en el interior, despreocupados, bajo una gran cubierta blanca que nos ilumina y nos protege…, todo va bien.
El nuevo Pabellón deportivo se construye como un volumen que levita sobre el terreno. El cuerpo adquiere una geometría clara y rotunda.
Gracias a ello se obtiene la posibilidad de utilizar el espacio sobre el cuerpo de vestuarios para actividades deportivas de pequeño formato (tenis de mesa) y para espacios de instalaciones y servicios. La cubierta, escalonada con el ritmo de las jácenas, ilumina un gran espacio interior blanco. Lo más importante sobre las pistas de juego es la actividad; el deporte y el juego.
En el interior, el edificio aparece como un lienzo blanco, un gran marco vacío donde se desarrolla el deporte. Sólo el volumen que alberga los vestuarios, almacenes, y deporte de pequeño formato aparece contrastado en color oscuro. Como el coro de una iglesia gótica, se aparta de la zona central de pistas deportivas y se orienta escalonado hacia ella.
Tras este volumen queda el paso de acceso de los deportistas a los vestuarios, resolviendo así el aislamiento de la zona destinada a circulación exclusiva con calzado deportivo.
El acceso al edificio debe resolverse mediante un volumen independiente; una elongación del cuerpo interior de los vestuario que se desplaza para acoger a los visitantes, hasta el exterior del edificio.
En el exterior, el verde de las hojas de la arboleda, y el color de sus sombras se reproducen en el estampado pixelado de la fachada del nuevo Pabellón. Ante ésta, una piel de policarbonato difumina los colores de la fachada y la dimensión real del edificio.
La imagen exterior del edificio es escurridiza; varía según sea el momento del día o el ángulo de visión. En ocasiones el edificio se confunde con el cielo, en ocasiones se confunde con los árboles, en algunos momentos el edificio parece que tenga luz propia.
La doble fachada colabora, por otro lado, en el acondicionamiento térmico del edificio. El calor captado por las fachadas gracias al efecto invernadero se aprovecha durante el invierno para la calefacción, mientras que en verano provoca una corriente de ventilación natural.
El volumen principal queda alzado a unos pocos metros del suelo, liberando una planta baja totalmente acristalada, de forma que es posible practicar deporte en el interior con vistas permanentes hacia el exterior.